Confieso que para este road trip desde Menaggio a Tirano no tenía nada programado. Sólo sabía que llegando a nuestro próximo destino en Tovo di Sant’Agata, nos esperaba algo muy ansiado de este viaje. Un reencuentro que había sido especialmente plantado en este itinerario de 30 días por la bella Italia.
De Menaggio a Tirano, percepciones del paisaje
Partimos desde nuestro alojamiento en Menaggio hacia el norte, y bordeando el llegamos al Ponte Passo, que es el puente que une las dos márgenes del Río Mera hacia el final del Lago di Como, y a quien ya dejábamos atrás. Tomó la posta el Río Adda que nos acompañaría a lo largo de toda ruta hasta llegar a Tirano.
Ya estábamos en presencia de otro paisaje, más agreste, menos poblado, con terrazas de cultivo, y construcciones de piedra robusta, pero con la particularidad de demostrar el ingenio del hombre para domar una naturaleza tan difícil. Es la tierra de los Alpes, de las montañas muy altas y de los picos nevados.
Los carteles nos indicaban que ya nos estábamos acercando a ese lugar esperado y pare eso nos pasamos unos 8 kilómetros al norte de Tirano. Entramos en un pueblo de piedra, que respeta a la arquitectura original. Se llama Tovo di Sant’Agata.
Tovo di Sant’Agata, una historia de inmigrantes
¡Hola! ¿Hay alguien aquí?
Tovo di Sant’Agata es un pueblo de pocas calles y en ese día lluvioso no estaba ni el loro. Sólo nosotros tratando de encontrar alguna referencia para ubicar la casa donde había nacido Carlos M.
Carlos M. tenía 3 años cuando la familia decidió emigrar, escapando de la Segunda Guerra Mundial que en ese momento azotaba a Italia. Así dejaron atrás al resto de sus familiares y su casa en Tovo di Sant’Agata. ¿Cuántas familias estuvieron en la misma situación, y cuántas con «la suerte de emigrar»? Estas historias resuenan en la canción «Bella Ciao« (Adiós bella), entonada por los partisanos italianos cuando luchaban para liberarse de las tropas fascistas y nazis. Es esa misma canción que revivió la serie La Casa de Papel en el momento que los atracadores excavaban el túnel que los llevaría a la libertad.
En un instante Carlos M. dijo «Debe ser por acá«, «a ver… paremos acá. ¡Esta es la casa!«. Arrancaron los flashes e hicimos que fuera la casa más fotografiada en décadas. Es que habíamos planeado visitar el norte de Italia para poder llegar a conocer, en un pueblo perdido entre los Alpes, este pedacito de su infancia.
Se veía abandonada y entonces nos tomamos el atrevimiento de espiar por los espacios desencajados del portón de madera, y a pesar de la oscuridad interior, tratábamos de capturar algo más con la cámara de fotos. Todos coincidíamos en que si hacíamos eso mismo en cualquier casa de Buenos Aires, no se vería nada bien, y nos convertiríamos en completos sospechosos. Pero haber planeado este momento en Tovo di Sant’Agata, era toda una hazaña.
La señora de enfrente nos observaba desde el primer piso de su casa amarilla. Había deslizado levemente la cortina de su ventana, en actitud de chusma. Seguramente nuestra presencia era el bullicio que no solían tener esas cuadras tan silenciosas. De todos modos, continuamos con nuestra misión de acechar el objetivo, la casa natal.
Estábamos curiosos de saber si aún quedaban familiares vivos viviendo en el pueblo, y callejón de por medio, sabían que aún vivía la esposa de su primo. Lidia es su nombre. Vive en un primer piso por escalera, y mientras subíamos se iba sintiendo el calor del hogar a leña. Nos ubicamos en la mesa larga de su cocina, y a pesar del idioma nos entendíamos bastante bien.
Habíamos terminado las rondas de café y parecía que ese encuentro también se estaba diluyendo, hasta que Lidia dijo recordar las palabras que Carlos M. había mencionado en su anterior visita, hacía ya 30 años. Se hizo un silencio no tan largo pero suficiente, para que todos prestáramos atención. Aunque el destino hizo que fuésemos algunos más hasta ahí, el deseo de Carlos M. se había cumplido, era el de volver a pisar su tierra natal Tovo di Sant’Agata pero esta vez acompañado de sus hijos.
Mientras Lidia nos acompañaba nuevamente a la calle, le contábamos que habíamos estado fotografiando lo que para nosotros era la casa más famosa del pueblo, y cómo la señora de la casa amarilla nos espiaba atentamente.
Lidia nos miraba sorprendida, y otro silencio se hizo, hasta que lanzó de su boca lo que sería la anécdota de este día: «ma Carlo’ esa no es tu casa… vos vivías en la casa de al lado, que ahora es este hotel «, y siguió… «Esta casa que estuvieron fotografiando le pertenece a la señora de enfrente». y ¡Estallamos todos de risa!
Lo miramos a Carlos M. con la necesidad de saber si Lidia se estaba equivocando, y entonces Carlos M. le retruca: «ya sabía que esta era la casa de al lado, pero era todo un conjunto habitacional, y por lo tanto esta que queda en pie, es igual a la casa que había sido de mi familia».
Mientras Lidia se reía de la situación, los que habíamos quedado sorprendidos éramos nosotros, y en deuda con la señora de enfrente a la que le debíamos unas disculpas por haber fotografiado su casa, creándole una escena de confusión y desconcierto. Así terminamos, cumpliendo un deseo familiar pero conociendo la verdad del cuento.
Antes de irnos definitivamente subimos a este mirador de Tovo di Sant’Agata para despedirnos con esta hermosa vista del pueblo.
Bormio
No era muy tarde y estábamos encantados con el paisaje a pesar de ese día gris. Desde Tovo di Sant’Agata seguimos camino a Bormio, un valle ancho a los pies de la montaña y famoso por sus pistas de esquí.
Finalmente, Tirano
Mientras hacíamos marchar 7 menús tradicionales de pizzoccheri para llevar en el Restaurante Belvedere, nos cruzamos hasta la Basílica Nuestra Señora de Tirano.
Esta Basílica se inició como un santuario cuando se le apareció la Virgen a Mario Omodei en 1504. Varios artistas participaron en la decoración y enriquecieron el ambiente con obras de arte barrocas. Detrás de esa fachada que aparenta simple, me sorprendió lo exuberante que es por dentro.
Tirano disfruta de ser la ciudad cabecera, como punto de llegada y partida, del trenino rosso Bernina Express que une esta ciudad con St. Mortiz en Suiza.
¿Dónde nos alojamos en Tirano?