Existe un barrio en Florencia donde el bolsillo no daba para construir palacios pero sí se deseaba trabajar para ellos. Se trata de Oltrarno, el barrio «del otro lado del río Arno», que conserva aún los talleres de artesanos, y boutiques, además de historias venenosas que rodearon a la familia Médici.
Del otro lado del río Arno: Oltrarno
Del otro lado del río todo es diferente. Guardamos el mapa y nos encontramos con más silencio, más artesanos, más negocios boutiques, callejones, y menos selfies. Y como los Médici anduvieron por estos lados también, hay historias para contar.
Esta es una típica esquina de Oltrano que encontramos a 100 metros después de cruzar el Puente de la Trinidad. Tiene todo o casi todo lo que fuimos a buscar: edificios de color ocre, y callejones empedrados. El gran detalle es la fuente con un mascarón en la esquina, y arriba un balcón que parece un mirador.

Calles de Oltrarno, Florencia
En el siglo XV los burgueses pusieron los ojos en Oltrarno, y el barrio floreció. Sin dudas, los Médici tuvieron mucho que ver. Esta familia resurgiría después de un golpe bajo de corrupción, y muertes, de la mano de un descendiente muy lejano, y que sin tener la educación de un príncipe, sorprendió a los poderosos de Florencia cuando demostró que podía desarrollar su espíritu batallador.
Chismes de Oltrarno, la otra Florencia
1. Cosme I de Médici, Gran Duque de Toscana
Cosme I de Médici tenía 17 años cuando un grupo de aliados a la familia fueron a buscarlo al campo. Era un perfecto desconocido y de apariencia modesta, por lo que veían en él una persona fácil de influir. Pero no. En 48 horas fue nombrado Jefe de Gobierno y posteriormente Gran Duque de Florencia. Fue más vivo que todos y se casó con una princesa española que le aportó un ejército, que era lo que necesitaba Cosme I para mantenerse en el poder. A esta señorita, que venía de otro ámbito, le parecía que el Palazzo Vecchio era demasiado modesto para ser utilizado como vivienda, y decidió comprar con su plata el Palazzo Pitti.

Palacio Pitti
Le pertenecía a Luca Pitti, banquero y rival de la familia Médici. Para construirlo, Luca contrató el proyecto de Filipo Brunelleschi, quien le proponía un palacio más lujoso que el de Cosme el Viejo (el fundador de la dinastía). No era pica, pero Brunelleschi tenía la revancha de destacarse con este proyecto. Cosme el Viejo lo había rechazado en un primer momento, porque no quería despertar la envidia de aquellos que no simpatizaban con su familia y sus negocios. Pasaron unos años y el banquero Luca Pitti, que estaba arruinado económicamente, vendió el palacio a la mujer de Cosme I.
Todo queda conectado
A pesar de los orígenes de Cosme I de Médici, el perfil bajo no era su fuerte. Salía a la calle armado y custodiado para ir a las oficinas que tenía distribuidas en toda la ciudad. Por su seguridad tuvo que tomar una decisión, y unificó la administración del gobierno en un sólo lugar conocido como Uffizi (oficinas), hoy la Galleria degli Uffizi. Pero esta medida no fue suficiente, porque para llegar a las Uffizi desde el Palazzo Pitti, tenía que que cruzar el Ponte Vecchio y mezclarse con la gente que estaba allí. Para evitar ese contacto mandó a construir el Corredor Vasariano, que conecta en 700 metros el Palazzo Pitti, el Ponte Vecchio por encima de las edificaciones, la Gallería degli Uffizi, y el Palazzo Vecchio.
Cosme I de Médici tuvo varios hijos, y con ellos la dinastía volvía a tomar ese volumen necesario para desarrollar la descendencia Médici que se creía extinguida, aunque tampoco tuvieron suerte porque muchos de ellos fallecieron jóvenes por la malaria. Pero con dos hijos fue suficiente para armar la siguiente novela, que dejó también sus huellas en las construcciones de Oltrarno.
Es en el Palazzo Pitti donde comienza la historia de amor entre Francisco I de Médici y Bianca Cappello.
2. Bianca Capello, la Duquesa envenenada
Para los Médici estaba fuera de consideración que Francisco tomara a su adorada Bianca como esposa. Entonces su padre Cosme I busca una alianza con los Habsburgo y arreglan la boda con Juana de Austria. Esta unión era la única manera de aumentar el prestigio de la familia, dado que esta dinastía no había nacido de la nobleza. Pero ¡pobre Juana! Fue víctima del poder, porque Francisco sólo la necesitaba para llegar al título del Ducado. No la quería, y ya la había engañado varias veces con su amante.
Deshonrando el vínculo que tenía Francisco con los Habsburgo, le construyó a Bianca un palacio muy cerca del Palacio Pitti. Es el Palacio de Bianca Capello cuya fachada está adornada con los escudos de ambas familias. Una declaración de amor más expuesta no podía haber.
Ubicación del Palacio de Bianca Capello
Cuando pasamos caminando por la calle Vía Maggio Nº26, ahí estaba la fachada que se destacaba respecto a todo lo que la rodeaba. Sus pinturas muestran a personajes fantásticos, gárgolas y monstruos, realizados por una persona especialista en fachadas de palacios principescos.

Palacio Cappello
A todo esto Fernando I de Médici, uno de los hermanos menores de Francisco, veía que la actitud de su hermano mayor ponía en peligro el futuro de la familia. Seguramente Fernando haría las cosas de otra manera si tuviese la posibilidad de aspirar al Ducado, pero el camino de la herencia era inevitable y a Francisco lo sucederían sus hijos varones. Entonces, ¿de qué manera podría Fernando llegar a ser Duque? Oh! no quisiera spoilear el final. Hablando de los hijos de Francisco, Felipe era hijo legítimo y heredero por ser hijo de Juana, mientras que Antonio era hijo no legítimo por ser hijo de Bianca.
El desenlace
En el intento de dar a luz a otro hijo varón Juana muere, y Francisco se casa con Bianca Cappello. Ahora sí Fernando la tenía difícil para llegar al trono, porque tenía adelante de la fila a Felipe, y a Antonio ya legitimado como hijo, si es que la reciente pareja feliz no le daban otro sobrino. Felipe muere repentinamente, y las malas lenguas decían que Bianca Cappello había sido la culpable, dados sus intereses personales para acortarle el camino al trono a su hijo Antonio.
Se sabía que Francisco y Fernando se llevaban a las patadas, tanto era así que cuando tenían que juntarse a conversar sobre algún tema, Francisco iba armado y acompañado de un guardaespaldas. ¡No es para tanto! le habrá dicho Fernando, y un día le pide a su hermano mayor hacer las pases, y cenar en familia junto a Bianca. Fernando, que ya era Cardenal, transmite a Francisco «que la paz sea contigo», y a partir de ese día Francisco y Bianca comenzaron una agonía de 11 días. Fernando decretó la autopsia de su hermano: había «muerto» de malaria.
Posteriormente fue comprobado que habían sido envenenados con arsénico pero en una dosis que no era letal, porque la situación habría sido sospechosa, y la intención era que se confundieran los síntomas con la malaria. La pareja murió el 17 de Octubre de 1587 pero con unas horas de diferencia. El cuerpo de Francisco fue enterrado en la Basílica de San Lorenzo y el de Bianca Capello, quién sabe dónde.
Los «planeros» existen, desde que existe el mundo (humor argentino 🙂
Todavía faltaba «resolver la situación de Antonio». El joven tuvo suerte porque Fernando lo dejó vivir, y le ofreció un sueldo de por vida para que renunciara a cualquier título o herencia paterna. Fin de este cuento.
Esta historia la conté parada frente al Palazzo de Bianca Cappello. Éramos los únicos ahí contemplando. Había tanto silencio que no tuve que levantar la voz para contar el cuento, por que así es Otrarno.
La tarde la dedicamos a visitar la Galería de la Academia para ver el David de Miguel Ángel, que dicho sea de paso, fue Cosme I de Médici quien autorizó su restauración a pesar de que había sido un símbolo utilizado en contra de su familia.
¡Este paseo está incluido en el itinerario que recorre a Italia durante 30 días!