Acá nomás cruzando el río, como si de una ancha avenida se tratara, llegué a Colonia del Sacramento. ¿Suena loco decir que tardo más en llegar al microcentro de Buenos Aires que a Colonia que está en otro país? Son sólo 45 kilómetros la distancia que separan ambas ciudades, y parece que mientras vas navegando el Río de la Plata hacia Uruguay, te vas metiendo en una especie de túnel del tiempo. ¿Dónde estoy? Dije cuando salí del puerto de Colonia. Me había encontrado con este panorama, y empezaba a disfrutar de Colonia del Sacramento.
Claro, y a medida que fueron pasando las horas vi que no son sólo bancos de decoración, sino que la gente los usa para descansar, chusmear, conversar, y tomar mate. Me sorprendió porque yo también viví esa época no hace mucho tiempo atrás :), pero en Buenos Aires cambiaron mucho las cosas, y en Colonia esa costumbre parece intacta.
Resulta que caminando por el barrio de Colonia, pasa un chico en bici saludando «qué hacés, como te va che«, y siguió pedaleando. Lo dijo así con mucha naturalidad, toda la que a mi me faltó para responderle. Me pregunté ¡en qué me transformé!
Por eso me gustaría rescatar esa esencia de Colonia del Sacramento, o al menos la que percibí pasando sólo un fin de semana allá. Esas cosas simples como caminar con tranquilidad, con la ingenuidad de llevar el celular en la mano, tomar mate admirando el atardecer, saludar a un extraño, poder caminar de noche, y que nos traten bien en todos lados.
En este viaje me traicioné a mí misma. Traicioné mi fanatismo por tener previamente todo organizado y viajé sólo con información del Barrio Histórico, y nada más. Pensé… que Colonia del Sacramento me sorprenda. Así que lo que les cuento a continuación responde a la pregunta ¿cómo disfruté? de este hermoso destino.
¿Cómo disfrutar de Colonia del Sacramento?
1. Fotos, fotos, muchas fotos
De paisajes, de azulejos, de puertas, de ventanas, de calles, de paredes de colores, de street art, de pizarrones marketineros de los restaurantes, de faroles. Me divertí muchísimo fotografiando la genialidad uruguaya para atraer comensales a sus restaurantes, a través de sus pizarrones con recetas y frases que te sacan una sonrisa.
2. Darse una vuelta por el Siglo XVII
En la Oficina de Información Turística de Colonia, ubicada justo antes de cruzar el Portón del Campo, entregan un mapa del Barrio Histórico con los puntos principales a visitar con una brevísima explicación, y también organizan un paseo nocturno en el que además, incluyen anécdotas ligadas al Barro Histórico. Es un paseo pago y vale la pena hacer.
3. Caminata enérgica
No necesariamente tiene que ser una caminata deportiva, no necesariamente tiene que ser a pie. Muchos alquilan bicicletas o carritos eléctricos para recorrer la Rambla de las Américas. Es el camino que bordea las playas, y resulta muy pintoresco pasear por ahí con las vistas hacia el Puerto de Yates y al río. Esta rambla tiene una extensión de aproximadamente 5 kilómetros desde el Barrio Histórico hasta el Hotel Sheraton Colonia.
Colonia tiene sus propias letras. Este cartel es una de las novedades de la rambla, instalado en el 2017.
Desde el Sheraton son unas 20 cuadras para llegar al Real de San Carlos. No es que sea obligatoria su visita, pero es la única Plaza de Toros de América del Sur. Está abandonada, y sólo se puede ver el exterior. Es de estilo mudéjar como las plazas de toros españolas, y la estructura de hierro fue traída de Gran Bretaña. Tenía capacidad para 80.000 espectadores, y en sus inicios las corridas de toros se hacían con toros y toreros traídos de España.
Fueron los hermanos «Bombita», de origen español, los que inauguraron oficialmente esta plaza en 1910, pero el éxito fue corto porque las corridas de toros fueron prohibidas por el país.
Este es un afiche del espectáculo de los hermanos toreros Bombita, que puede verse en el Museo Municipal, frente a la plaza principal del Barrio Histórico.
4. Atardeceres y mates
La tarde se vuelve una rutina esperada
Con el mate y el lugar fijo en el Puerto de Yates, se espera el atardecer.
Hay dos muelles en Colonia
Uno es el Puerto de Yates que es de cemento, y el otro es el muelle viejo que es de madera y el más lindo de los dos. El atardecer se puede ver desde cualquier de ellos pero las claves de verlo desde el muelle de cemento son dos: la posibilidad de sentarse, y la vista libre al horizonte, es decir que no hay obstáculos, arboladuras de veleros, ni construcciones que interfieran con la imagen de la puesta del sol.
En Buenos Aires tenemos el río al revés
Y sí, tener la posibilidad de matear mirando la puesta del sol sobre el río, es un lujo uruguayo.
Por unos minutos el Río de la Plata se ilumina y parece mágico. Todo es silencio y paz total, porque estamos todos esperando lo mismo, despedir al sol. Me imagino que en épocas de la colonia esto no era tan así, sabiendo que hay un registro con casi 2000 barcos hundidos de todos los tamaños, de todas las épocas, y con varios tesoros que crearon una historia oculta y misteriosa debajo de estas aguas color leonino.
Los misterios del fondo del río
Es el caso del navío inglés Lord Clive que fue hundido por los españoles en 1763, y se encuentra a 350 metros de la costa de Colonia del Sacramento.
Según los registros contiene 1.200 millones de euros en monedas de oro. El rescate no es tan fácil, sino cualquiera lo haría. Para este trabajo hay que contar con el equipamiento necesario para trabajar en aguas turbias, y mover 80 toneladas de rocas que en su momento los españoles le tiraron encima para que los ingleses no pudieran entrar al barco.
La historia de este barco trae aparejada otra historia: resulta que los ingleses venían a Colonia del Sacramento para aprovisionarse porque eran aliados de los portugueses, pero cuando llegaron se encontraron con que no estaban más y que los españoles habían tomado estas tierras (en esa época las noticias no volaban como ahora… sino que andaban a caballo durante días en el mejor de los casos).
Cuestión que ambos bandos entran en combate y los españoles hunden el barco, y con él la misión que traían. Una misión que podría haber cambiado el rumbo de nuestra historia: los ingleses tenían que tomar Las Malvinas, Buenos Aires, Chile, Bolivia, y Paraguay, y de esta manera dejar su gente para realizar negocios directos con Inglaterra. Quién dice que si no fuera por esta batalla perdida por los ingleses no estaríamos hoy tomando el té de las 5, en lugar de mate.
Muchas historias como estas, de contrabandos, de piratas, y de héroes, están en el Museo del Naufragio, armado por el último de los corsario del Río de la Plata, ubicado cerca de la Plaza Real San Carlos. No lo visité pero a quien le interesen estos temas, ya sabe.
5. Panorámicas Rioplatenses
¡A subir los 118 escalones del Faro de Colonia! Abierto todos los días de 10:00 a 13:00 y de 14:30 hasta la puesta del sol. Entrada 25 pesos uruguayos. Se puede subir a partir de los 8 años.
No es muy alto, pero lo suficiente como para ver las siluetas de los edificios más altos de Buenos Aires en un día despejado. Me divierten estos puntos panorámicos cuando ya caminé una ciudad, porque puedo identificar los íconos o los lugares que más me gustaron desde otra perspectiva.
6. Comer y beber en Colonia del Sacramento
He acatado muy bien los consejos del conserje de la Posada Las Terrazas. Lo típico es probar el chivito en sus diferentes versiones y el queso colonia en diferentes preparaciones.
Los Farolitos
Es un bolichito sobre la Av. General Flores de comida al paso y con mesitas en la vereda. El chivito en sándwich y las hamburgueses son un deber probar.
Restaurante Buen Suspiro
Mientras filmaba la Calle de los Suspiros a la noche, vi que una luz cálida asomaba desde una especie de ventana, o puerta bajita. Me acerco a curiosear y el olorcito a queso que salía de ese lugar era para caerse de espalda. Miro bien el cartel, y decía «El Buen Suspiro» picadas, y ahí me quedé.
Entre las especialidades del lugar: el queso Colonia. Es el queso local por excelencia ya que lo producen en Nueva Helvecia, una ciudad del departamento de Colonia en la que se instalaron inmigrantes suizos. Es de consistencia semi dura y el gusto es parecido al queso gruyère.
Restaurante Mercosur
Donde todos los precios de la carta cuestan la mitad si es para llevar, además que descuentan el IVA a turistas no residentes pagando con tarjeta.
Este chivito te vuela la peluca. Es para compartir y la caja para llevar pesa una tonelada. El contenido viene en capas: el chivito completo con papas fritas, y debajo ensalada rusa con pickles, ensalada de lechuga y tomate, y palmitos.
Chiringuito «El Rey del Chivito»
No se me ocurre otra cosa para pedir. Riquísimo también. Está ubicado detrás de la Plaza Principal 25 de Agosto, y es un estilo Los Farolitos.
La Bodeguita
Es uno de esos lugares que se llena, así que o tenés paciencia y esperás, o hacés una reserva. Tiene también un espacio techado pero abierto con vista al río, ideal para días de verano. El ambiente es muy agradable, bien decorado y familiar. El menú es variado, pero la pizza es la opción que más sale. Las porciones son individuales, presentadas en una tabla directo para comer. Aprobada.
Marley, productos bajoneros
La golosina más espectacular. Cucurucho bañado en chocolate por dentro, relleno de dulce de leche hasta el último rincón, con topping de M&M, y todo el conjunto bañado en chocolate. Bomba.
7. De museo en museo
Colonia del Sacramento tiene 8 museos y están incluidos en el programa que llaman «Sistema de Museos de Colonia«. En el Museo Municipal que está frente a la Plaza Mayor se compra un ticket de 50 pesos uruguayos, que valida la visita a todos los museos. Es conveniente averiguar si el museo que te interesa visitar estará abierto, ya que tienen días de cierre rotativos, es decir que no todos están siempre abiertos.
La gran pregunta es si ¿vale la pena la visita todos los museos? Depende.
- Si te interesa conocer una casa portuguesa por dentro, entonces la visita al Museo Portugués y a la Casa de Nacarello es suficiente.
- El Museo Municipal me gustó porque es una buena manera de comenzar conociendo Colonia. Allí hay paneles de lectura que repasan toda la historia de la ciudad, y exhiben objetos de la época.
8. Las regalerías de la Av. General Flores
Encontré lo que buscaba hacía tanto tiempo, y estoy feliz. Compré una matera. No es una cualquiera, sino que es el modelo que admite el termo Stanley grande. Resulta que en Uruguay es común el uso de esta marca de termos, aunque hay un sólo modelo y color de matera de la marca Lincoln, pero asunto resuelto.
La Avenida General Flores es la arteria principal donde se encuentran todos los servicios como casas de cambio, locales de ropa, de recuerdos, y restaurantes. Esta calle entra al Barrio Histórico llegando hasta el río, y para que esto sucediera, entre 1912 y 1920 tuvieron que destruir edificaciones que afectaron el legado histórico.
Como dato de color, el local de ropa Daniel Cassin que se ubica sobre esta avenida, exhibe y preserva una cisterna que el dueño encontró al reformar el local.
9. Diccionario uruguayo
De pasar sólo un fin de semana se me habían pegado como nunca las muletillas «che«, «ahí va«, «bo» y «tá».
El famoso «bo» es como nuestro «che»: «Eh, bo, no seas malo». Usar el «ta» puede servir para decir ok, quedamos así: «Ok, tá». O bien para decir basta: «Ta callate». Son modismos que usarlos no te hacen uruguayo pero te ayudan a entenderlos un poco más.