WARNING: ¡Un día o en realidad unas pocas horas no es nada para visitar Washington D.C.! En este post les voy a contar lo que logramos visitar, lo que no y lo que finalmente resultaron anécdotas del viaje.
Habíamos programado retirar la camioneta, con la que nos íbamos a manejar durante el resto del viaje, el día anterior a salir hacia Washington. Así podríamos salir bien temprano considerando que teníamos una distancia de 400 kilómetros para llegar a la ciudad Capital. El día había arrancado lluvioso y en camino se vino una tormenta tan grande que la radio hablaba de inundanciones en Washington DC, en la ciudad que estábamos por llegar. No obstante el celular hizo su parte y los mensajes de texto con la misma información, caían uno detrás de otro. Cuestión que llegamos bien, con un clima transformado, muy soleado y muy húmedo.
Alrededor de las 10:00 am llegábamos a Washington, y comenzamos a lidiar con el principal problema de la ciudad: EL ESTACIONAMIENTO.
No por nada recomiendan el uso del transporte público, ya que buscar dónde estacionar es un problema común en las grandes ciudades, y Washington no era la excepción. No recuerdo exactamente el motivo por el cual decidimos estacionar en la calle, pero probablemente pudo haber sido que los estacionamientos cercanos a los principales atractivos estaban completos.
Después de varios intentos, logramos estacionar el camión con acoplado alquilado (SUV Chevrolet) sobre la avenida Constitución, arteria principal de la ciudad. Había un cartel que anunciaba que el estacionamiento estaba permitido hasta las 4:00 pm, pero el tiempo voló. Estábamos en la Casa Blanca y a menos de 10 minutos de las 4:00 pm corrimos y llegamos con el último suspiro gritando: We’re here! That’s my car!, los agentes de la policía ya estaban afilando la lapicera haciéndoles la multa a los autos que estaban adelante nuestro. Con una gran sonrisa y un exagerado thank you so much!, nos fuimos con nuestra camioneta a levantar al resto del grupo para continuar el paseo sobre ruedas.
National Mall
El paseo del día estuvo concentrado en dar la vuelta al National Mall o Explanada Nacional. Es un parque nacional y al aire libre que concentra los principales monumentos, edificios, y museos.
Mientras caminábamos hacia el Capitolio, donde comenzamos el paseo, atravesamos calles muy pintorescas, lejos de parecer una enorme ciudad.
Frente al Capitolio, un edificio de blanco impoluto nos llamó la atención, era la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos.
Finalmente LA imagen de Washington (y la de la serie House of Cards para los fanáticos), el Capitolio. Alberga las dos Cámaras de los Estados Unidos. Se puede visitar en forma gratuita.
Vista del Capitolio caminando hacia el National Mall
Así llegábamos al Capitol Reflecting Pool, una piscina que en mejores días refleja la imagen del Capitolio en el agua. Esta pileta fue diseñada y construida para ser la contraparte de la otra pileta ubicada entre el monumento a Washington y el Lincoln Memorial.
Desde ese punto teníamos hacia un lado el Capitolio, y hacia el otro el Monumento a Washington, que es el obelisco al que debíamos llegar caminando aproximadamente 20 cuadras.
Hacia ambos lados de este gran parque, aparecen los museos Smithsonianos que también se pueden visitar en forma gratuita. El Instituto Smithsoniano fue fundado por el científico británico James Smithson, con el propósito de aumentar y difundir el conocimiento entre los hombres. Se trata de una institución administrada y financiada por el Gobierno de los Estados Unidos y recibe otros fondos a través de donaciones, concesiones, etc.
Si tuviera que elegir un museo entre todos los que están alrededor del National Mall, visitaría el Museo Nacional del Aire y el Espacio que contiene la mayor cantidad de aviones y naves espaciales del mundo.
Después de una larga caminata llegamos al Monumento a Washington, instalado en honor al primer primer Presidente de los Estados Unidos, y líder del ejército que le dio la independencia al país en su lucha contra los británicos. El obelisco es similar al nuestro, aunque bastante más alto. Mientras el Obelisco de Buenos Aires tiene una altura de 67,5 metros, el de Washington tiene 169 metros que se pueden subir por un ascensor, aunque el mirador estará cerrado por refacciones hasta el año 2019.
Quien observe el monumento (a pesar de la foto), notará la diferencia de color del tercio inferior, con respecto al resto de la construcción. ¿Qué pasó? Cuando se terminaron las donaciones se frenó la construcción. Para poder continuar se solicitó a todos los estados que donasen piedras conmemorativas, que encajasen en la estructura del obelisco, y de esta manera lograrían el sentimiento de inclusión, así como también bajaban el gasto de la compra de piedras. Aunque algunas frases grabadas sobre los bloques no tenían sentido, todo venía bastante bien hasta que el Papa Pío IX contribuyó con un bloque de mármol y se armó un revuelo con los miembros de un partido contra el catolicismo, que además defendía la nacionalidad del monumento. La obra del obelisco se reanudó finalizada la Guerra Civil, pero los constructores no pudieron encontrar la misma piedra, y fue entonces que su apariencia cambió.
Pasando el obelisco se encuentra el memorial a la Segunda Guerra Mundial, separado del Lincoln Memorial por otra gran piscina llamada Lincoln Memorial Reflecting Pool, que es de los monumentos más nuevos en el parque.
Para ese momento estábamos justos con el tiempo del estacionamiento y en lugar de seguir hasta el Lincoln Memorial, nos desviamos hacia la Casa Blanca que la teníamos más cerca.
Con bastante zoom y a través de las rejas es que se pudo ver una parte del edificio. Se puede visitar el interior, pero para quienes no somos ciudadanos estadounidenses, debemos solicitar el permiso de la Embajada Argentina en Washington DC, y con mucha anticipación porque los cupos son muy reducidos. No obstante los cupos no se encuentran disponibles hasta nueva aviso según la web.
Fue en este punto que empezó nuestra corrida feroz hacia el estacionamiento, pero seguimos este paseo desde la camioneta. Hicimos una pasada rápida por el Lincoln Memorial que parecía hermoso, y era lo que nos faltaba para tener un panorama general del National Mall. De ahí cruzamos el río Potomac para pispear lo que podíamos del Cementerio Nacional Arlington y el edificio del Pentágono.
En el Cementerio de Arlington están enterrados veteranos de todas las guerras. Entre las tumbas más visitadas está la del Presidente Kennedy, la del Soldado desconocido, y más. Se puede visitar y también realizan un cambio de guardia, el cual tiene sus horarios.
El Pentágono es la sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, se llama así por la forma del edificio. Se inauguró poco antes de la Segunda Guerra Mundial e incluye el doble de baños de lo necesario, ya que existía una reglamentación que exigía un baño para blancos y otro para negros. También se puede visitar aunque la web no está funcionando.
Fin de la vuelta por Washington DC. Mi consejo para salvar este día en mi itinerario en Nueva York es quedarse un día más en Washington, para poder visitar todos estos atractivos y edificios, además de verlos iluminados por la noche. O bien, quedarse en Nueva York y visitar algo que les haya quedado en el tintero como también cruzar el East River para hacer un lindo paseo de día entero en el barrio de Brooklyn.