Este día tuvo un poco de turismo convencional, pero mucho de lo nuevo y transformado en auténticamente neoyorquino. Chelsea y Meatpacking son barrios rescatados por jóvenes profesionales, artistas, y emprendedores que lograron potenciarlos y convertirlos en una visita imprescindible de la ciudad de Nueva York.
Flatiron, el barrio del edificio finito
El primer objetivo del paseo era conocer el edificio Flatiron, ubicado en el distrito o barrio que lleva su mismo nombre. Saliendo de la estación de subte cercana al Flatiron, no podíamos sacarle la mirada a los edificios que hay a su alrededor (que pueden estar en su mismo distrito o en el vecino, es un tema de límites muy finito), pero aquí están:
Llegando a la plaza Madison Square Park (en el distrito Flatiron), la torre de uno de los edificios resaltaba entre las demás. Se trata de la torre donde estuvieron instaladas las oficinas de MetLife, hasta que se mudaron a la mole de cemento ubicada en la dirección 200 Park Ave, también en Manhattan. Actualmente esta torre es ocupada por un hotel de lujo «The New York Edition«. Fue la más alta de Nueva York hasta que inauguraron el edificio Woolworth, aquel que avistamos desde el Crucero Circle Line, (cuya torre tenía forma de campanario), y siguiendo el estilo del Empire State, mantienen la torre iluminada todas las noches.
Parados frente al edificio Flatiron, confirmamos la teoría de lo que tal vez lo hizo famosos: la imaginación de la gente que esperaba que el viento lo tirara abajo por ser tan finito, aunque se construyó con el propósito de instalar un centro de negocios al norte de Wall Street. Se cuenta que recibió el nombre de Flatiron, pero que en realidad comenzó siendo su apodo (haciendo referencia a la forma de plancha doméstica de la época en que fue construido). Y el apodo le ganó al nombre original que era edificio Fuller, en honor al constructor.
Si bien vi fotos del edificio al atardecer, un momento muy lindo para las fotografías, me quedo con la experiencia de haberlo visitado con el sol de la mañana, con el silencio de un día sábado, y con la vista privilegiada desde los banquitos sobre la explanada frente a la Plaza Madison Square.
Chelsea, y Madison Square Garden
Para continuar con el paseo, se puede subir por la Quinta Avenida o por la diagonal Broadway aproximadamente 8 cuadras, para poner un pie en el barrio de Chelsea, donde se encuentra el Madison Square Garden, el estadio deportivo más importante de Nueva York.
Recuerdo que ese día (sábado 7 de junio de 2014) peleaba Maravilla Martínez contra Miguel Cotto. Las opciones eran ir a ver la pelea o el Rey León, y ganó el musical porque se agotaron muy rápido las entradas para el evento deportivo. Esa noche desde el mirador del Empire State vimos dos focos de luz concentrados, el de Time Square y el de Madison Square Garden.
High Line, el detrás de escena
Desde ahí no había nada directo que nos llevara al High Line, en el barrio de Chelsea, pero son otras 8 cuadras. High Line es un parque público construido sobre las antiguas vías del tren, que tiene su propia página web donde publican las actividades que presentan, y los tours guiados por voluntarios de esta organización.
El recorrido tiene 2 kilómetros que conectan la calle 34 del oeste de Manhattan, en el barrio de Chelsea, con la calle Gansevoort St., en el barrio de Meatpacking. Hay varios puntos de acceso en el medio, alguno de ellos para discapacitados. Caminar por el sendero daba la sensación de estar viendo la otra cara de Nueva York, la de los contrafrentes de los edificios, pero de aquellos no tan modernos.
Este paseo es relativamente nuevo y atrae a mucha gente, por lo que en ciertos lugares estaba bastante congestionado, otros aprovechan a toman sol, y hay varios espacios verdes para sentarse a descansar.
Meatpacking
El sendero nos llevó directo a Chelsea Market, situado en el límite de ambos barrios. Aprovechamos para dar una vuelta por el pequeño barrio de Meatpacking, que pasó de ser el lugar de matadero y distribuidor de carnes, a hoteles boutiques, tiendas de diseño, restaurantes, y bares de moda. No difiere mucho del barrio de Chelsea.
Volviendo a Chelsea Market, ésta era la fábrica Nabisco donde se fabricaban las galletitas Oreo, elaboradas con la manteca que obtenían de los mataderos en Meatpacking. La fábrica se mudó y ahí se abrió este mercado que conserva los techos altos y las paredes de ladrillo. A lo largo del hall conviven artesanos y puestos de comida. Aunque sea un mercado no significa que sea económico, pero sí pintoresco.
Lejos de tener que pagar una entrada para divertirse, este paseo que hicimos fue muy atractivo y económico, y sin planearlo cayó un día sábado con un clima impecable. Pudimos caminar por la ciudad y espiar a los neoyorquinos en su día libre, o al menos ¡a una minúscula parte de ellos! Pero tanto nosotros los turistas como ellos, aprovechamos cada momento para disfrutar del aire libre en cualquier ciudad del mundo.
Para quienes estén armando sus recorridas, sepan que esta vuelta terminó alrededor de las 15:00 hs., si bien podríamos haber continuado por algún otro barrio, decidimos volver a descansar y a prepararnos para una gran noche. Nos esperaba el show del Rey León en Broadway y el ascenso al Empire State para ver la Gran Manzana iluminada.