Porque todo viaje tiene un lado B, es decir, lo que no se ve y lo que no se dice. Por eso quería ponerme un poco cursi y contarles cómo fue organizar y escribir sobre este primer viaje a Europa.
Empecé organizándolo a los 34 años y cumplí mis 35 en Londres, pero llevo casi toda una vida queriendo conocer el viejo mundo. El esfuerzo de estos últimos años logró lo que mi profesión no me dio: posibilidades de viajar, agradecimientos, y nuevos horizontes.
Durante siete meses (entre el 2015 y el 2016), y en los ratos libres que podía lograr, comencé de cero a investigar cómo podía armar este rompecabezas de 30 días por Europa. Como en los últimos viajes, me sirvieron de ayuda los comentarios que hicieron otros viajeros en diferentes redes sociales y en sus propios blogs. También debo agradecer a mis amigos que hicieron un viaje similar y se aguantaron todas mis consultas, pero de alguna manera sus aportes están presente en cada uno de mis posts. Dejé YouTube prendido fuego. Miré videos de todas las ciudades, de sus monumentos, y sobre todo de la historia con los que logré, una vez en el suelo europeo, imaginarme cómo habrá sido la vida en las ciudades, tanto en los momentos duros como en los de prosperidad.
Todo lo que pude captar lo transcribí a mi manera, fue nuestra guía de viaje, y luego se convirtió en los posts que estuve publicando durante estos últimos meses. Organizar este viaje por cuenta propia me permitió tener mejores charlas, y hasta mejores viajes en el auto, porque a la pregunta de ¿sabías que…..?, y detrás de eso venía toda la historia.
Y a la pregunta de ¿qué ciudad me gustó más? me resulta difícil de contestar. Cada una tiene su encanto. Cada día también fue especial porque fue vivido con la intensidad y con la emoción que me producía poder de estar ahí.
Hubo momentos y anécdotas que me dejó el paso por cada ciudad:
En Madrid: Buenos Aires tiene algo de Madrid. Será que compartimos parte de la historia, pero salir de Buenos Aires y aterrizar en Madrid fue una sensación de «seguir casa». No sólo es el parecido arquitectónico y urbano de la ciudad sino de la gente. Los madrileños son alegres, amigables, noctámbulos, futboleros, y cabrones, deportistas, y muy cerveceros.
En Madrid viajar en subte y colectivo es muy fácil, pero también se llega caminando a todos los rincones. (Dicho con humor) podría decir que: Madrid es una ciudad turística en la que tranquilamente podrían vivir los madrileños.
No todo es color de rosas, Madrid también tiene su lado B y es también muy parecido al de Buenos Aires: prostitutas a metros de la Puerta del Sol, gente pidiendo y durmiendo en las calles. Ellos también se quejan de la política de su país.
Jamón crudo ¡ven a mi! Del ibérico si es posible, en feta, cortado a cuchillo o ya armado. No recuerdo el momento en que tomábamos agua, pero si sé que la hidratación de cada día era a base de unas cuantas pintas bien heladas. Fueron unos días de comida poco sanita, pero compensábamos con los 40 mil pasos diarios.
En Barcelona: es la ciudad ilustrada por Gaudí dentro de otra más moderna, y nosotros nos quedamos atrapados en el cuento de la Sagrada Familia. Atrapados no por error sino por la atracción que tiene este lugar. Ya habíamos terminando de recorrerla y fue un sentimiento mutuo el de querer sentarnos en la nave central, apoyando la cabeza en el respaldo de la silla para poder admirar lo maravilloso que es la decoración del cielo raso, y la altura de las columnas que parecen llegar al cielo.
En París: Llegamos a París con una lluvia torrencial, de esas que dicen que cuando se hacen globitos en el piso es porque va a seguir lloviendo largo y tendido. No me importó nada. Nada. Agarramos el paraguas (si de algo servía) y nos fuimos chapoteando para cumplir mi sueño de ver la Torre Eiffel. Cuando nos estábamos acercando recuerdo haber dicho «Ahi está»!!!!!! Fue pura felicidad.
En Londres: Londres fue como entrar en una película, en las series que nos entretiene cada noche. En esta ciudad cumplí mis 35 felices años. Ese día paseamos por el barrio encantador de Notting Hill, y picniqueamos en el Hyde Park, donde usando la Wifi del Príncipe Willy en el Palacio de Backingham, respondí todos los mensajes de cumpleaños. Un día en el que me sentí muy homenajeada, y que también tuvo de todo: sol y lluvia, muy Londres.
En York: Estuvimos de paso por la pequeña ciudad amurallada y en un abrir y cerrar de ojos, nos estábamos yendo a Edimburgo pero en la primera clase del tren con Wifi gratuito y desayuno incluido a la carta. Fue el toque de glamour vial en el último tramo de tren que hicimos por Europa. «Así sí».
En Edimburgo: Lo escribí en los posts relacionados y si bien son pocos los colores vivos que nos ofreció la ciudad, es en la piedra oscura y percudida, en los recovecos y closes, y en su filosofía de vida, que Edimburgo tiene su encanto. Los escoceses son abiertos, educados, un poco locos, y bastante borrachos. Todos los días alrededor de las 19:00hs empezábamos a escuchar las ambulancias. «Pobre gente» fue lo que pensábamos, pero fue en el tour de fantasmas que la guía nos contó que eso era habitual. Los escoceses terminan de trabajar a las 17:00hs (y ninguno se queda haciendo horas extras), y le dan al whisky y a la cerveza. Eso sumado a algún alimento poco sano, sufren de problemas cardíacos = ambulancia. Una delicia para ellos es empanar el Snicker y luego freirlo.
En el último post cuando terminaba de pegar la foto de la última excursión que hicimos en Escocia escribí: ¿qué más puedo pedir? y en realidad sí hay algo más. Simplemente que quienes me lean puedan viajar de alguna manera con cada relato, que les sirva de ayuda para organizar su próximo viaje, y revivan algún recuerdo. Me emociona cuando veo los «me gusta / encanta» de los seguidores de siempre y de los que se van sumando. Estoy agradecida a los que se animan a compartir mis posts, porque le dan sentido a todo el esfuerzo que significa sentarse a escribir.
Fue la suerte de estar ahí, de poder ver con mis propios ojos, y muchas veces de querer tocar las paredes de lugares que me llamaban poderosamente la atención, así como sus puertas y monumentos. Me encontré mirando profundamente algo y cerrando los ojos para guardarme esa imagen en el corazón. En los sentidos me traje todo.
Les agradezco a mi mamá Silvia, a mi papá Ricardo y a Andrés (mi novio de ¡casi 10 años!), porque son mis tres pilares que hacen que disfrute cada día lo que hago.