Si visitás París por tu cuenta o lo hacés con un tour, tener una base sobre la historia turística de París te puede ayudar observar los atractivos que visitás y a entender por qué ves lo que ves.
Historia turística de París
El origen de París
La historia de París comienza con su fundación por la tribu Celta llamados Parisii, y establecidos en la Isla de la Cité. Esta isla al estar rodeada por las aguas del rio Sena, les proporcionaba subsistencia y defensa natural. La Isla de la Cité es en la actualidad el corazón de París.
Con la llegada de los romanos en el año 62 AC, a la isla le cambiaron el nombre por Lutecia, levantaron murallas, construyeron un gran palacio que hoy es el Palacio de Justicia, y se extendieron hacia ambas riberas del río. Ya en épocas de decadencia romana, los romanos que estaban en París reciben la noticia de que serían invadidos por Atila.
En ese momento una joven mujer llamada Genoveva interviene para solicitar la resistencia a la invasión. Según cuenta la tradición esta mujer, que llevaba una vida consagrada a Dios, convence a los habitantes de París de no abandonar la ciudad y entregarla tan fácilmente a los Hunos.
Que los hombres huyan, si lo desean, si no son capaces de luchar más. Nosotras, las mujeres, rogaremos tanto a Dios, que Él atenderá nuestras súplicas. Los romanos lograron la retirada de Atila y desde entonces Genoveva fue declarada Patrona de París.
¿Cuándo comenzó a llamarse París?
Roma pierde el control, y es el Rey franco Clodoveo I quien le da a la ciudad el nombre de París y la proclama como capital de Francia en el año 508. Recién con la dinastía Capeta, instalada desde 987 hasta 1328, París gana importancia en el comercio de la plata formando parte de la ruta de peregrinos y comerciantes, así como también concentrando sus esfuerzos en la exportación de vinos. Durante este período se construyen la Catedral de Notre Dame, la Sainte Chapelle, así como el desarrollo de obras para el suministro de agua potable.
La Guerra de los Cien Años
Siguieron años de persecuciones religiosas y peleas por la sucesión al trono de Francia, que desencadenaron la Guerra de los Cien Años. Fue un conflicto armado iniciado con el ascenso al trono de Enrique II Plantagenet, disputado entre los Reinos de Francia e Inglaterra con raíz feudal, debido a que los ingleses querían controlar sus posesiones acumuladas a lo largo de los años, ubicadas en territorio francés. En este período se construyó la Bastilla, que ocupaba el territorio donde hoy se alza la columna de Julio en la Plaza de la Bastilla.
Juana de Arco
Se acercaba el final de esta guerra cuando los ingleses sitiaron Orléans y es en ese momento que aparece la figura de Juana de Arco. Ella creía haber sido elegida por Dios para librar a su país de los ingleses. Con tan sólo 17 años de edad, Juana consiguió reunir a un grupo de soldados y logró librar a Orléans del asedio inglés, convirtiéndose así en líder militar. Su campaña comenzó a decaer cuando por la envidia de militares franceses y la traición por su propio Rey Carlos VII, fue capturada y entregada en 1430 a los ingleses. Juzgada por la Inquisición bajo la acusación de hechicería, fue condenada a muerte y quemada en la hoguera en 1431.
La estatua de Juana de Arco se encuentra en la esquina de Rue de Rivoli y Rue des Pyramides, próximo al Arco del Triunfo del Carrousel.
La Gioconda de Leonardo da Vinci
En 1515 llega al trono Francisco I conocido como el Padre y Restaurador de las Letras, el Rey Caballero y el Rey Guerrero, que reinó hasta su muerte en 1547. Francisco fue promotor de las ideas del Renacimiento y manda a buscar a Leonardo da Vinci, quien aporta sus obras más célebres como La Gioconda, Santa Ana con La Virgen y el Niño Jesús, y San Juan Bautista.
Leonardo Da Vinci permanece en Francia hasta su muerte y la leyenda cuenta que muere en brazos del Rey, aunque por ciertos documentos históricos este hecho se pone en duda. En una exposición del siglo XIX, hubo un cuadro que representaba a Leonardo agonizante en brazos de Francisco I, cuadro que se encuentra exhibido en el Petit Palais de París.
Enrique IV, el mejor monarca
Al morir el rey, lo sucede su hijo Enrique II que también fallece joven a causa de un accidente y entonces llega al trono Francisco II, con tan sólo 16 años. Era conocido por ser el generador de las Guerras de religión de Francia, a causa de la defensa inquebrantable de la fe católica contra la reforma protestante. Tras pocos meses de reinado enfermó y falleció sin dejar descendencia, y sus hermanos en fila fueron legando el trono y falleciendo, hasta que no quedó ninguno de la familia más que reconocer a su primo Enrique IV como Rey de Francia.
Enrique IV fue considerado por los franceses como el mejor monarca que ha gobernado su país. Fue un hombre compasivo y amado por su pueblo, aunque también fue odiado por aquellos que se oponían a su política religiosa, ya que era protestante. Esa inclinación le jugó varios intentos de asesinato en las calles de París. Un día, cuando el monarca volvía de visitar a Sully, su ministro de Finanzas que estaba enfermo y con quien tenía una gran amistad, le clavaron dos puñaladas mortales cuando se encontraba en su carruaje parado, esperando poder cruzar la calle.
Arranca la dinastía de los Luises de Francia
Luego de su muerte lo sucede su hijo Luis XIII que aún con minoría de edad, permanece bajo la regencia de su madre, la reina María de Médici. Cuatro años después de la muerte de Enrique IV, se erigió una estatua en su honor, ubicada en el Puente Nuevo de la Isla de la Cité. Así se da comienzo a la dinastía de los “Luises de Francia”.
Palacio de Luxemburgo
María de Médicis fue quien mandó a construir el Palacio de Luxemburgo, porque estaba aburrida de vivir en el Palacio del Louvre, mientras la ciudad vivía en la miseria, y el despotismo seguía creciendo de la mano de su hijo Luis XIII, asesorado por Richelieu.
El Rey Sol y el nacimiento de Versalles
Cuando muere Luis XIII, lo sucede su hermano Luis XIV con sólo 5 años, pero continuó gobernando bajo las maniobras de Richelieu y Mazarino. Su reinado fue el más largo de la Edad Moderna, con 72 años en el poder y fue apodado «El Rey Sol». Fue quien construyó el Palacio de Versalles y mudó allí toda la corte. Construyó también las plazas Victoire y Vendome, y el Palacio de los Inválidos.
Plaza de la Concordia
Lo sucedió su bisnieto Luis XV quien construyó la Plaza de la Concordia, el Panteón, y la Escuela Militar.
La previa a la revolución
Su nieto Luis XVI, casado con María Antonieta, es quien lo sucede y ambos muy jóvenes llegan al poder. A pesar de que estaba educado para esta posición sabiendo que era el siguiente en la línea sucesoria, no estaba preparado para tal exposición. Había recibido un reino en crisis, tras una larga lucha de Francia contra Inglaterra por América del Norte. El nuevo Rey rezaba: “Protege Señor a aquellos que reinan demasiado jóvenes”. Mientras tanto en la ciudad de París, a tan sólo 19 kilómetros, estaba surgiendo una nueva era, la peligrosa era de las ideas que entra en colisión con la monarquía, la era de la Ilustración. La nueva pareja real viaja a París y es recibida por el pueblo y a la cabeza del comité de bienvenida, un joven prometedor estudiante de derecho llamado Maximilien Robespierre.
La Ilustración es un movimiento que sostenía que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición, y la tiranía para construir un mundo mejor, por ello tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos, y sociales de la época. Surge entonces una nueva élite, y los aristócratas se reúnen para hablar sobre los escritores de la ilustración: Voltaire, Rousseau, donde nuevas voces se alzan al nuevo destino, el la igualdad. Estas nuevas ideas se empiezan a meter en la cabeza de los estratos más bajos, quienes comienzan a cuestionar la división social por nacimiento impuesta desde siempre.
María Antonieta se pasó de rosca
María Antonieta también hizo lo suyo para sumar a la crisis de la monarquía, no por nada se ganó su pseudónimo de “Madame Déficit”. Llevó a cabo costumbres arcaicas durante todo momento del día y que requerían de mucho personal, sobre todo sus famosos peinados en altura, realizados en diferentes capas, y con grandes apliques de todo tipo, que llevan horas para armar. Además representaba obras de teatros, realizaba apuestas y no paraba de gastar en vestidos y zapatos.
En los siete años que llevaban casados Luis XVI y María Antonieta no habían podido concebir un hijo, ella se encontró en una situación cada vez más humillante porque no podía dar un heredero al trono francés, y el pueblo estaba desilusionado. Pero no era un problema de la reina sino de Luis XVI, que tenía más pasión por la comida que por su esposa. Hasta lo ridiculizaron con la canción “Luis el cerrajero” ya que le costaba trabajo encontrar el agujero donde meter la llave. Finalmente se descubre la enfermedad que le impedía tener hijos y tras la operación, su primera hija llegó al mundo.
La hora de la Revolución Francesa
El pueblo sabía que no sería fácil arrebatarle el poder al Rey, por lo que a principios de julio los revolucionarios toman las armas del Hotel Los Inválidos, y aunque les faltaba la pólvora, sabían dónde encontrarla. El 14 de julio de 1789 el pueblo amotinado se dirigió a la Bastilla, un castillo de piedra, símbolo del dominio feudal, cuya prisión tenía los almacenes de pólvora de la ciudad. Así se confirma la «Toma de la Bastilla y la Revolución Francesa».
Aparece Napoleón Bonaparte
Luis XVI y María Antonieta huyen de Versalles para ir al Palacio de las Tullerías, donde pasan dos años quedando allí como prisioneros del pueblo. Una noche quisieron escapar hacia Austria (de donde provenía María Antonieta), pero fueron detenidos antes de cruzar la frontera. Luis XVI es guillotinado en la Plaza de la Concordia y María Antonieta, presa en la Conciergerie (hoy se puede visitar su celda), corre la misma suerte que su marido un tiempo después. París vivía los llamados «años del terror» bajo la dictadura de Robespierre, hasta que en 1793 aparece en escena Napoleón Bonaparte, quien instaura el Primer Imperio Francés.
Robespierre muere en la guillotina en 1794, también en la Plaza de la Concordia. Si hay una plaza con un pasado turbulento, es la de la Concordia. Después de sus campañas victoriosas, Napoleón se proclama emperador en la Catedral de Notre Dame. Se ocupó de la ciudad que estaba muy deteriorada tras la revolución, queriendo convertir a París en la ciudad más linda del mundo. Construyó el Arco del Triunfo, el Arco del Carrousel, la Iglesia de la Madelaine, entre otros monumentos.
Binomio Napoleón III y Barón Haussmann
Cuando Napoleón muere, se restaura la monarquía y otras sucesiones al poder ocurrieron, hasta el golpe de estado que dio Napoleón III, y junto a él se restauró el Segundo Imperio Francés. Junto al Barón Haussmann fueron los que más huellas dejaron en la ciudad, logrando modernizarla. Para eso derribaron barrios medievales e insalubres frente a Notre Dame, se abrieron grandes boulevares como los Champs-Elysées, la Avenida dela Ópera y se levantó la Ópera Garnier. También se anexaron barrios de los alrededores como Montmartre. En buena parte, ese trabajo conjunto es lo que vemos hoy cuando visitamos París.
A pesar de ese brillo aparente, el pueblo sufría jornadas laborales de 17 horas entres otras injusticias, por lo que al grito de «abajo el Imperio, arriba la República», se sublevaron tomando las Tullerías. Llega así un gobierno republicano de la mano de Louis Adolphe Thiers, pero sigue el descontento y se funda la Comuna, compuesta por diferentes corrientes ideológicas. Incendian el Palacio de las Tullerías y el Hotel de Ville.
Nace un ícono fundamental en la historia turística de París: la Torre Eiffel
Ya para el siglo XX llega la Exposición Universal del año 1900 y con ella la Torre Eiffel, el primer subterráneo, y la iluminación eléctrica en las calles. Fueron los años de la Belle Époque.
Batacazo tras otro
En 1910 una crecida del Sena provocó una de las peores inundaciones de la ciudad, luego vino la Primera Guerra Mundial, el desarrollo del arte y las reformas laborales. La ciudad seguía creciendo, así como también la necesidad de viviendas para la clase obrera. Durante la Segunda Guerra Mundial, París fue ocupada por los alemanes, pero con la suerte de que el comandante capituló antes de ejecutar las órdenes de Hitler de destruir la ciudad.
Cafés literarios
La post guerra fueron tiempos de de pensadores como Sartre, Prevet, sentados en cafés para discutir sus ideas, como el Café de Flore.
Luego llegaron al poder Charles de Gaulle, Francois Miterrand, y se fueron construyendo otros edificios para enaltecer a París, como el Museo de Orsay, Centro Pompidou, la Ópera Bastilla, la Biblioteca Nacional de Francia, entre otros.
En la actualidad París es una de las ciudades más importantes del mundo, tanto por su riqueza patrimonial como cultural.
¿Llegaron al final? Muy bien. Entre toda esta historia turística de París (y no tan turística), yo me pregunto:
¿Quién inventó los macarons?
Son en realidad un invento italiano y llegan a Francia en 1581 con Catalina de Médicis, cuando los ofrece en un evento. Años más tarde María Antonieta los ofrecía en los banquetes que realizaba en el Palacio de Versalles.
La pastelería francesa Ladurée se atribuye la versión actualizada del macarons, dándoles la tonalidad de acuerdo al sabor. Esta es la bolsita con la que van a ver a todos los parisinos y turistas paseando por ahi.
Este breve relato sobre la historia turística de París forma parte del itinerario de 30 días de esta primera visita a Europa, que incluye itinerarios en las ciudades de: Madrid, Barcelona, París, Londres, York, y Edimburgo.