La Plaza de Mayo siempre fue un escenario político importante. Desde que Juan de Garay fundó Buenos Aires en 1580, esta plaza no tuvo descanso. No se trata de una plaza que vio pasar acontecimientos, sino de una plaza que sufrió en carne propia dos invasiones inglesas, urbanizaciones según el progreso de la época, festejos de Independencia, y grandes manifestaciones populares. Si el kilómetro cero de las rutas nacionales está en la Plaza del Congreso, entonces la Plaza de Mayo es el kilómetro cero de todos los circuitos turísticos, aunque a mí me gusta decir que es el «ombligo de la Ciudad de Buenos Aires».
La plaza de los mil nombres
Desde la segunda fundación de Buenos Aires en 1580, Juan de Garay designó un terreno que funcionara como plaza y la llamó Plaza Mayor, a la que se le adosó años más tarde otro terreno al que nombraron Plaza de Armas. Después llegó la separación con la famosa construcción de la Recova, pero ambas sufrieron las dos invasiones inglesas «La Reconquista» y «La Defensa», y el haber vencido al enemigo les valió la unificación del nombre como Plaza Victoria. El pueblo también se quedó con un recuerdo de aquella lucha, que se conserva en la Iglesia de Santo Domingo (San Telmo) y es la bandera británica.
Para entender cómo fue cambiando la fisonomía de la Plaza de Mayo, hay que entrar al Cabildo de Buenos Aires que lo exhibe todo muy claro.
En 1884 el visionario Intendente Torcuato de Alvear, el mismo que inauguró la Avenida de Mayo, decidió demoler la Recova para que esa división se uniera finalmente bajo la denominación de «Plaza de Mayo».
¿Qué ver en la Plaza de Mayo?
La Pirámide de Mayo
La Pirámide de Mayo fue el primer monumento patrio que tuvo la Ciudad de Buenos Aires y fue instalado en 1811 en conmemoración del primer aniversario de la Revolución de Mayo.
La pirámide original, era sólo eso… una pirámide. Pasó el tiempo y se deterioró, pero con la creación de la Municipalidad de Buenos Aires y una comisión encabezada por Domingo F. Sarmiento, encargaron su reconstrucción dejando parte de la pirámide original en el interior de la pirámide actual. También se le coloca una estatua de la Libertad en su ápice, cuya cabellera se cubrió con un gorro frigio (alegoría a La Argentina).
En 1873 las estatuas ubicadas en los vértices de la base de la pirámide, al encontrarse en muy mal estado, fueron reemplazadas por otras esculturas de mármol de carrara que se hallaban en el Banco Provincia de la calle San Martín. Estas eran la Navegación, la Industria, la Astronomía, la Geografía, pero ya no están más ahí, sino que fueron trasladadas al la Plazoleta de San Francisco, en la intersección de las calles Defensa y Alsina, detrás del edificio de la Afip.
Los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo
El 10 de marzo de 2005 la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires declaró Sitio Histórico el área que rodea a la Pirámide de Mayo, porque en ese espacio marchaban las Madres de Plaza de Mayo cada jueves para pedir justicia por sus hijos desaparecidos, y en homenaje pintaron allí de color blanco sus pañuelos característicos.
Las palomas también son una tradición
Resulta que en la década de 1930 un señor llamado Benito Costoya vestido con su guardapolvo blanco, llegó a reunir doce mil palomas en su criadero de Costanera Sur. Benito las llamaba con un silbato y según ese sonido las aves bajaban a comer o lo seguían hacia algún lugar. Además les pintaba las alas con los colores del arco iris y se las veía coloridas en el cielo. Así fue como comenzó a mostrar en la Plaza de Mayo su habilidad con las palomas, convirtiéndose en el “Rey de las Palomas”. El 11 de octubre de 1934 Benito Costoya llevó con su silbato a las aves hacia la Plaza de Mayo, haciéndolas volar en círculo y pintadas de amarillo y blanco, representando los colores de la Santa Sede, ya que se estaba celebrando en Buenos Aires el Congreso Eucarístico Internacional. Así mismo, durante los días patrios las coloreaba de celeste y blanco. La Municipalidad al ver este espectáculo, le propuso a Benito convertir esta actividad en una costumbre. Cuando muere Benito muchas de las palomas se instalaron en la plaza, y fueron imitadas por sus generaciones posteriores.
El ombligo de la Ciudad de Buenos Aires
Basta con sentarse en alguno de los bancos de la Plaza de Mayo para observar que alrededor de ella se levantan los edificios principales que manejan la política, la religión, y las finanzas. Allí se encuentra la Casa Rosada, la Catedral Metropolitana, el Cabildo de Buenos Aires, el Palacio de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el edificio de la AFIP, el Banco de la Nación Argentina, entre tantísimos otros.
La Plaza de Mayo es el kilómetro cero de los circuitos turísticos porque allí:
- Comienza la calle Defensa que nos va introduciendo en el barrio de San Telmo, el corazón secreto y ancestral de Buenos Aires, y donde también tenemos la oportunidad de hacer un viaje en el tiempo hacia los subsuelos de la ciudad.
- Comienza la Avenida de Mayo, eje cívico que une a la Casa Rosada con el Congreso de la Nación.
- Comienza la Avenida Pres. Roque Saenz Peña, conocida como Diagonal Norte, que conecta a la Casa Rosada con el Palacio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
- Comienza la Avenida Pres. Julio A. Roca que nos lleva a la Manzana de las Luces, un conjunto de complejos antiguos de la Ciudad de Buenos Aires que incluyen túneles de la época colonial.
- Las cabeceras de los subtes están a su alrededor, y se puede conocer el arte de una ciudad subterránea mientras nos trasladamos de una estación a otra: Subte D, y Subte B.
- Si la idea es observar a la Ciudad de Buenos Aires desde las alturas, basta con caminar 200 metros para subir al mirador de la Galería Güemes.
- A sólo unas cuadras aparece el Río de la Plata, y el barrio de Puerto Madero nos sumerge en un panorama de lujo y modernidad.